miércoles, 27 de octubre de 2010

Lloramos fuerte por lo que nos importa apenas un poco, mostramos al mundo la cara de dolor cuando el dolor no es tan enorme ni tan profundo. Al verdadero llanto y al verdadero dolor lo escondemos con pudor, con recato y quizas hasta con un poco de avaricia, con un poco de temor de que lo vean, lo toquen, se metan en el, se apoderen de su sal y su hiel.
Apretamos los puños, nos mordemos los labios, gritamos tonterias, golpeamos las paredes. Y lo principal queda sepultado bajo una fina ceniza celeste de silencio. Porque con que palabras, dejando de lado que cuota de verguenza, puedo pedir lo que realmente necesito?

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