Lloramos fuerte por lo que nos importa apenas un poco, mostramos al mundo la cara de dolor cuando el dolor no es tan enorme ni tan profundo. Al verdadero llanto y al verdadero dolor lo escondemos con pudor, con recato y quizas hasta con un poco de avaricia, con un poco de temor de que lo vean, lo toquen, se metan en el, se apoderen de su sal y su hiel.
Apretamos los puños, nos mordemos los labios, gritamos tonterias, golpeamos las paredes. Y lo principal queda sepultado bajo una fina ceniza celeste de silencio. Porque con que palabras, dejando de lado que cuota de verguenza, puedo pedir lo que realmente necesito?
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