domingo, 30 de enero de 2011

Si alguien ama a una flor de la que sólo existe un ejemplar en millones y millones de estrellas, basta que la mire para ser dichoso. Puede decir satisfecho: "Mi flor está allí, en alguna parte…"
¡Pero si el cordero se la come, para él es como si de pronto todas las estrellas se apagaran

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